«Hazte indispensable» le dijo Juan a su hijo cuando éste comenzó a trabajar. Con los años Tomás fue comprendiendo el porqué de esas palabras que en su día le había dicho su padre.
¿Qué distinguió a Tomás a lo largo de su carrera laboral? Siempre atento, colaborador, dispuesto a dar una mano, aportar una idea, anticiparse a los posibles problemas o explorar algún camino nuevo a fin de encontrar una solución. En síntesis, lo suyo ha sido y sigue siendo el perfil de un profesional «proactivo».
¿Se nace o uno se hace proactivo?
Antes de responder, veamos cómo RAE define el término proactivo: «que toma el control y decide qué hacer en cada momento, anticipándose a los acontecimientos». Y si buscamos la palabra proactividad el mismo diccionario señala «actitud» proactiva. ¿Alguna duda?

Stephen Covey en su gran libro «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva» (obra fundamental en la que se han basado cientos de especialistas en management durante los últimos 20 años) enseña que la proactividad es uno de esos hábitos. Y dice que lo opuesto es la reactividad, el reaccionar a un estímulo externo sin demasiada consciencia. Como te das cuenta, estamos frente a dos actitudes contrapuestas: una cosa es sin presiones anticiparse y tomar acción y otra vivir reaccionando casi automáticamente ante todos los sucesos y factores externos. Tanto si eliges posicionarte en la proactividad como en la reactividad tendrás unas consecuencias u otras. Habrá veces que será más «cómodo» no anticiparse pero ¿crees que a mediano y largo plazo saldrás beneficiado?
Ahora bien, ¿se nace? Respuesta: esta capacidad se puede entrenar y mejorar notablemente en caso de que no la estés viviendo.
¿Qué cualidades tiene un profesional proactivo?
Utiliza lo que sigue para hacer tu propio test de proactividad.
- Pasión por la resolución de problemas o tener iniciativas que ayuden a minimizar los mismos.
- Capacidad para expresarse en forma positiva. El lenguaje es una herramienta fantástica para hacer de nuestra vida profesional un lugar de crecimiento y superación. Si estás anclado en la queja, no tendrás ni la disposición mental ni emocional para encontrar alternativas. La queja en sí no es mala, pero es una instancia que hay que dejar atrás para pasar a la búsqueda de soluciones. La única queja útil es la que resuelve. Si te expresas con optimismo buscando una resolución, contagiarás a tus colegas en la misma dirección y los resultados aparecerán.
- Pensar a mediano y largo plazo. Todo lo que haces en tu trabajo tiene una consecuencia. Lo que está bien hecho será fuente de otras realizaciones y te permitirá subir a un nivel superior si así lo deseas. Es entrar en una espiral tipo win-win o ganar-ganar. Lo que se hace bien hoy es semilla para lo que harás mejor mañana.
- Visión global. Ten en mente todo el proceso del que tu trabajo es una parte. Desarrolla una mirada amplia y encontrarás cómo mejorar tu parte. ¡Mejórala!
- Creatividad, aplicada a la resolución de problemas. ¿De qué otra forma se puede resolver este tema? No hay una única manera. Hay que buscar hasta encontrar alternativas viables.
- Persuación. Puedes influir en los otros cuando eres una persona con autocontrol y capacidad para escuchar las ideas de otro con respeto. De esta forma inspirarás confianza. Tus palabras serán tenidas en cuenta.
- Aceptar las críticas y aprender. Atención: la proactividad no implica tener que ser perfecto o no equivocarse nunca … eso no es real. Por el contrario, cuando llegan las críticas evita vivirlas en forma personal para tener la libertad de ver concretamente qué hay que rectificar.
- Flexibiidad. La rigidez impide ver más allá y complica la posibilidad de ver otras alternativas o remedios posibles. Nada mejor que tener una actitud abierta a ver todas las posibilidades.
Y acá hay un par de preguntas que te invito a que te hagas:

¿Quién quieres ser en tu trabajo
¿De qué forma crees que te sentirás más realizado?
Para tu reflexión: la reactividad implica una actitud pasiva ante la vida. Como si estuvieras en un partido de tenis y tu función sólo fuera responder las pelotas de tu contrincante pero jamás tomar la iniciativa para realizar un tiro certero y avanzar. A la comodidad primera que señalamos arriba seguirá una sensación de frustración ¿por qué? porque no has sacado afuera tu potencial personal. Antes o después la reactividad produce desencanto y desmotivación. Este estado va acompañado muchas veces por el lamento y la victimización. La persona tiende a responsabilizar a los otros de su situación (jefe, colegas, mercado, etc.).
En cambio, la proactividad te dará mayores satisfacciones, sin duda. Pero no todo es perfecto, ni siempre estamos felices en el trabajo ni tenemos el jefe ideal y hay períodos más complicados que otros pero quien es proactivo tiene en sí la semilla del cambio, que le permitirá dar los pasos correspondientes en pos de su propia mejora. Créelo, esta es la actitud que te acercará al éxito. Hay casos de estudio de éxito profesional y siempre están ligados a este modo de ser. En entornos laborales tan competitivos y cambiantes como el actual esta actitud es primordial.
¿Cómo convertirte en un profesional proactivo?
Te comparto unos tips muy útiles:
- Se un estratega. Anticípate a los problemas. Para ello piensa en situaciones que pudieran ocurrir e imagina soluciones o alternativas. Si haces esto, de paso te estarás entrenando para reaccionar rápidamente ante imprevistos.
- Ponte objetivos. Ten claro adónde vas, mediante metas a corto y mediano plazo y establece cómo podrías resolverlas de forma productiva. Pregúntate ¿lo que estoy haciendo en este momento me va a acercar al cumplimiento de mis metas? No dilates indebidamente las tareas. Recuerda evaluar períodicamente cómo estás cumpliendo con el plan.
- Elimina tareas innecesarias. Clarifícate a qué tareas debes dedicarte, cuáles debes delegar y cuales anular.
- Organízate. Esto es clave. La agenda es tu socia estratégica para que puedas optimizar tu tiempo.
- Mejórate profesionalmente. ¿En dónde te sientes inseguro? ¡Fórmate!
- Persevera. Descarta de tu léxico y tu mente la palabra «rendirme». Si algo te sale mal, piensa en una estrategia diferente. «No te des por vencido ni aún vencido» dice el texto del poeta argentino Almafuerte que te recomiendo incorpores para automotivarte.
- Focalízate en tus fortalezas. ¿Cuáles son? Haz una lista detallada y actúa desde ellas. Te conectarás con tu fuerza interior.
- Trabaja desde la emoción del optimismo. ¿Sabías que los optimistas interpretan los reveses de la vida como circunstancias que se pueden revertir con trabajo y tesón? Los pesimistas, al contrario, valoran un mal resultado como un verdadero mazazo que les impidirá avanzar y si lo hacen, por su propia actitud les es más dificultoso. Daniel Goleman, autor del best seller «Inteligencia Emocional» (1995) relata cómo una compañía armó dos equipos de ventas: uno con comerciales «optimistas» y el otro con «pesimistas». Los «optimistas» incrementaron sus resultados en un 95% más. ¡Saca tus propias conclusiones!
- Interésate por algo más que tu trabajo. Las organizaciones valoran la participación activa de los empleados pues demuestra que están comprometidos con el éxito de la empresa. Se observador y aporta tu ayuda cuando veas que puedes intervenir.
- Cuida las relaciones interpersonales. Todos podemos tener un mal día. Si es necesario, ten el valor de pedir disculpas y rectificar. Esto es liberador.
- Hazte responsable de tus actos. Reconocer un error te engrandece y genera empatía, pues las personas quieren tener cerca gente humana no robots.
- Mantén tu automotivación. Eres tu propio capital. Trabaja cada día mejor y encontrarás la satisfacción personal de saber que estás en la dirección correcta.
Ahora que has leído algo más sobre la proactividad:
¿Cómo te evalúas a tí mismo/a?
¿Cuál es el aspecto que querrías mejorar?
¿Y cuál de tus fortalezas pondrás en juego para avanzar en esta línea?
Ser y trabajar cada día mejor es un camino de ida.
¡Se proactivo!
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